El pasado 24 de agosto, se realizó en Pereira un desayuno entre académicos y organizaciones de mujeres que trabajan el tema de la migración. Hubo representantes de las Universidades Libre, Universidad Católica Popular de Risaralda, de la Universidad Abierta y a Distancia y del Grupo de Movilidad de la Red Alma Máter, del proyecto liderado por Sisma Mujer denominado Género y Remesas y del que se ha conformado la Cooperativa Coomigrar que agrupa mujeres que reciben remesas de familiares que han migrado a España y mujeres pereiranas que viven y trabajan en la Comunidad de Valencia. El desayuno se realizó en el marco del proyecto Abriendo Mundos que lideran la Corporación Humanas de Bogotá y la Corporación Contigo Mujer de Pereira. La idea era poner a dialogar las distintas miradas sobre el tema migratorio en la ciudad. Este evento no es el único, pues habrá otros para abordar un asunto que le incumbe a la ciudad, no solo a las organizaciones sociales, a la academia, sino que debe preocuparle ostensiblemente a las entidades gubernamentales.
Y es que el tema migratorio ha adquirido un auge enorme y hoy es materia de análisis desde distintas disciplinas como la economía, la antropología, la sociología y hasta la sicología. Se vienen desarrollando proyectos desde las ONG, la Universidad Tecnológica abrirá una maestría sobre Migración Internacional, desde la Universidad Libre se ha abordado el tema desde el punto de vista de las remesas mediante un examen exhaustivo de cómo se han invertido los recursos que vienen del exterior, cómo las empresas de giros se han enriquecido como intermediarias entre el migrante y su familia receptora de remesas, quedándose con buena parte de los recursos en virtud de que los bancos no se prepararon a tiempo para ofrecer a sus usuarios alternativas a menor costo.
Algunos afirman que las remesas le han dejado a nuestro departamento poco desarrollo y, más bien, una cultura parasitaria, que acostumbró a las familias a esperar el dinero, mes a mes, en largas colas en las agencias de giros, pensando que la llave nunca se iba a cerrar. Eso ha impactado la economía de la región, las relaciones familiares y sociales, el aspecto de la ciudad de Pereira, las preferencias de consumo y hasta los niveles de violencia.
A pesar de la crisis económica que tuvo su peor momento en 2008, los pereiranos y pereiranas se siguieron yendo, el flujo migratorio no bajó como se esperaba. La gente se sigue yendo corriendo mayores riesgos y la gente no está regresando en masa como también se creía. Un dato importante: durante la crisis las mujeres no bajaron su nivel de envío de remesas, a pesar de que sus condiciones laborales desmejoraron. Es decir, a costa de un gran sacrificio siguieron manteniendo el nivel de ingresos de sus familias.
Migrar es un derecho. Los Estados receptores y expulsores deben velar porque las personas migren en condiciones seguras, que cuando salgan de su país de origen sus derechos sean respetados, además, deben garantizar que cuando decidan retornar tengan oportunidades de reintegrarse al mercado laboral y a la vida social.
El gran interrogante es si entidades como la Gobernación de Risaralda y la Alcaldía de Pereira se están tomando tan en serio el tema como se lo está tomando la Academia y las organizaciones de mujeres.
Y es que el tema migratorio ha adquirido un auge enorme y hoy es materia de análisis desde distintas disciplinas como la economía, la antropología, la sociología y hasta la sicología. Se vienen desarrollando proyectos desde las ONG, la Universidad Tecnológica abrirá una maestría sobre Migración Internacional, desde la Universidad Libre se ha abordado el tema desde el punto de vista de las remesas mediante un examen exhaustivo de cómo se han invertido los recursos que vienen del exterior, cómo las empresas de giros se han enriquecido como intermediarias entre el migrante y su familia receptora de remesas, quedándose con buena parte de los recursos en virtud de que los bancos no se prepararon a tiempo para ofrecer a sus usuarios alternativas a menor costo.
Algunos afirman que las remesas le han dejado a nuestro departamento poco desarrollo y, más bien, una cultura parasitaria, que acostumbró a las familias a esperar el dinero, mes a mes, en largas colas en las agencias de giros, pensando que la llave nunca se iba a cerrar. Eso ha impactado la economía de la región, las relaciones familiares y sociales, el aspecto de la ciudad de Pereira, las preferencias de consumo y hasta los niveles de violencia.
A pesar de la crisis económica que tuvo su peor momento en 2008, los pereiranos y pereiranas se siguieron yendo, el flujo migratorio no bajó como se esperaba. La gente se sigue yendo corriendo mayores riesgos y la gente no está regresando en masa como también se creía. Un dato importante: durante la crisis las mujeres no bajaron su nivel de envío de remesas, a pesar de que sus condiciones laborales desmejoraron. Es decir, a costa de un gran sacrificio siguieron manteniendo el nivel de ingresos de sus familias.
Migrar es un derecho. Los Estados receptores y expulsores deben velar porque las personas migren en condiciones seguras, que cuando salgan de su país de origen sus derechos sean respetados, además, deben garantizar que cuando decidan retornar tengan oportunidades de reintegrarse al mercado laboral y a la vida social.
El gran interrogante es si entidades como la Gobernación de Risaralda y la Alcaldía de Pereira se están tomando tan en serio el tema como se lo está tomando la Academia y las organizaciones de mujeres.
MARÍA VICTORIA RAMÍREZ MARTÍNEZ
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