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Organización no gubernamental, feminista, de la ciudad de Pereira, Colombia, con personería jurídica desde 1999, que trabaja por los derechos humanos de las mujeres.

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Secretaria



jueves, 24 de marzo de 2011

Manifiesto de Mujeres Jóvenes el 8 de marzo de 2011


El siguiente es el Manifiesto de Mujeres Jóvenes el 8 de marzo de 2011
Auditorio Jorge Roa Martínez, Universidad Tecnológica de Pereira


Un saludo lleno de sororidad y amabilidad para todas las mujeres que asisten a este evento de gran significación e importancia en la vida de cada una, así como también, a los hombres que nos acompañan, porque nos reconocen como sujetas de derechos y nos apoyan en nuestras incesantes luchas de resistencia frente a las discontinuidades de la realidad.

Hoy, en esta tarde de marzo, este prominente recinto que en tantas ocasiones ha sido testigo de los despliegues de cultura, creatividad e intelectualidad de un sinnúmero de personas, se ve colmado y engalanado por la hermosura de las mujeres protagonistas del presente que se construye, mujeres que se levantan y alzan sus voces con el fin de vindicar sus posturas de crítica en contra de las estrategias y prácticas patriarcales, que han desgarrado y pauperizado las condiciones de vida y han lesionado el ser de cada mujer, quien ha visto cómo en su cuerpo, considerado infortunadamente como “botín de guerra”, se reflejan las consecuencias de una guerra mordaz que amenaza día a día y que aumenta sus formas de permearse hasta los puntos más recónditos de nuestro país.

Adicionalmente han sido líderes y voceras para irrumpir en la escena pública y participar de las decisiones que se tejen en torno a la edificación de país, en escenarios que antes les eran vetados, exclusivos de los hombres, dejando clara y contundente huella, tal es el caso, que gracias a estos esfuerzos inconmensurables se han alcanzado resultados concretos, que han incidido en lo que hoy por hoy somos, y son precisamente los siguientes, algunos de los retos alcanzados: La ley 8/1932, que concedió a la mujer casada la facultad de administrar sus bienes de uso personal, las reformas constitucionales de 1936, 1954 y 1967, que respectivamente, nos concedieron el derecho a ocupar cargos públicos, el derecho a votar (Ejercido por primera vez en 1957) y la prohibición del despido durante la licencia de maternidad; la ley 51 de 1981, por medio de la cual se ratifica la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer; la Constitución Nacional de 1991 que consagró el principio de igualdad jurídica de la mujer en sus artículos 13, 43 y 53; y no podemos dejar de mencionar lo que ha sido la Ley 1257 de 2008, por medio de la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación con las mujeres, cada uno de estos logros se han erigido por el compromiso y responsabilidad social de las mujeres para con las mujeres, de otra forma, sería imposible haber logrado escalonar los sendos caminos que a través de la historia han experimentado.

Este año, le correspondió a la Casa de la Mujer y la Familia Stella Brand, más concretamente, a la Ruta Pacífica de las Mujeres la conmemoración de este acto solemne, pero que interesante se volcó la idea cuando la coordinadora Sonia Pachón nos indicó de que precisamente era Ruta Joven Risaralda la que abanderaría todo el evento, mención que no debo dejar pasar, pues hablamos desde una categoría social fundamental en el debatir de los conceptos que surten por las nuevas dinámicas sociales, en este sentido tenemos que l@s jóvenes representan la transición generacional entre los antiguos y nuevos valores; en Colombia, este grupo ha ganado amplías luchas y ha sido una constante de crítica frente a lo que se va considerando como absoluto e inmutable, nosotr@s con nuestras formas de ver el mundo, diversas y a la vez complejas, también nos hemos preguntado por la situación y vivencias de las mujeres del mundo, pero en especial, de nuestras mujeres, con unos problemas y puntos de referencia específicos, enmarcados en las condiciones de un conflicto armado de tantas décadas y que las ha transgredido de una forma tal, que es evidente cómo ha marcado sus perspectivas de vida y las significaciones de la misma; vemos con gran preocupación, el hecho de sumisión al cual nos hemos visto sometidas, como si fuéramos entes superficiales sin conocimiento y capacidad de razonar para performar, consideramos y estamos convencidas del poder subvertor de nuestros pensamientos, pero sabemos que nuestros objetivos serán cumplidos en la medida que fortalezcamos nuestros lazos colectivos, porque juntas somos una masa pensante y sólida, es así como por medio de los movimientos feministas como procesos de organización, de resistencia y subversión al orden patriarcal deben ser comprendidas nuestras actuaciones, como también, desde la construcción de individualidades e identidades feministas diversas, que se traducen en actos simbólicos, artísticos y significativos.

Todos los comportamientos que explayen las mujeres, atraviesan su cuerpo, como se mencionó con anterioridad, pero a la vez son muestra de la lucha constante por la autonomía de estas protagonistas sujetas sociales de derecho, donde se determina como un elemento inescindible la auto conciencia, concebida como un acto político en que se descubre y se afirma la identidad femenina.

No nos imaginamos, cómo sería nuestra participación en la actualidad sin el trabajo realizado por las mujeres del Movimiento Internacional Sufragista, en Colombia representado por Ofelia Uribe de Acosta, luchadora por los derechos de la mujer desde 1930, y Georgina Fletcher, quien logra organizar en el mismo año el IV Congreso Internacional Feminista, tampoco sin el aporte de Policarpa Salavarrieta, María Cano, Manuela Sáenz, como algunas de las más reconocidas, pero no sólo han sido ellas, las responsables de lo que poseemos hoy, sino además, y no con menos importancia, todas las mujeres, aquellas de todos los colores y sabores que desde sus casas y comunidades han dado ese “sí” por revolucionar las estructuras tradicionales, que las han estigmatizado en algunos períodos como “brujas, pecadoras, representantes de lucifer, incompetentes, incapaces”, en fin un basto número de expresiones peyorativas que no aducen la verdad de lo que somos, y son exactamente, estas mujeres las que condensan la fuerza de cambio, y para ejemplificar un poco el valor de las palabras de las mujeres que resistieron la confinación del silencio, me parece válido indicar algunas expresiones que han quedado perennes en la historia:

“Nunca entendí del todo… por qué… solo a las diosas les fue permitido compartir el mundo de los hombres. Ni por qué… las conquistas de las patrias, las tierras y los mares ha sido, casi siempre, territorio de los hombres”. (Manuela Sáenz).

“Vengo a decir que en los rincones más difíciles del planeta, están cantando las mujeres con voz de pueblo escarmentado. Se supone que vociferan para sufrir un poco menos” (María Elena Walsh).

“… los movimientos feministas, pueden convertirse en oportunidades históricas de cambio de revolución porque en sí mismos encierran diversos componentes de lucha y la posibilidad de proponer nuevos arreglos políticos, sociales y económicos” (Diana Marcela Gómez Correal).

En cada una de las palabras aducidas se observa un hálito de existencia y esperanza con sabor a libertad, que brota de las mentes imparables de mujeres impetuosas y valientes, que en cada tiempo repensaron su misión en la sociedad. Sin embargo, hemos sido testigos de la incompetencia de muchos de los medios de comunicación, que han tratado de tergiversar y reducir el rol de las mujeres, siendo consideradas desde el materialismo, la utilidad y el fetichismo, nos han ultrajado de las formas más siniestras, no solamente han demeritado el trabajo conseguido de nuestras antecesoras, sino que también nos han señalado como “débiles”; igualmente y en contraste, ha sido evidente cómo en los escritos o noticias publicadas se esconden tras un velo de espectáculo y amarillismo la realidad del número de feminicidios y el por qué de los mismos, consecuente con ello creemos que Colombia necesita tener una visión periférica y veraz de los sucesos que acaecen, es menester lograr una información pertinente y coherente donde se denuncien las diversas formas de ataque que denigran la mujer.

En este sentido, es casi una obligación, hablar de la estructura del Estado, encaminada a lograr los fines de la persona humana, no obstante, este cometido parece haberse olvidado, o simplemente se vuelve enunciativo, puesto que vemos cómo todo el andamiaje estatal se desarrolla con base a la guerra, y no en las soluciones de no violencia y paz que aclamamos, es así, como todas estas actividades, legitimadas bajo la legalidad, también han sido responsables de lesionar y atacar la vida de nuestras mujeres, quienes ven coartadas su libertad e integridad, así como muchos otros derechos que se les han desconocido, son ellas quienes sufren, sin haberlo pedido, las inclemencias de la guerra, han visto cómo mueren, desaparecen, torturan a sus hijos, esposos, padres, amigos, y han padecido los demás vejámenes que se puedan cometer. Hoy, decimos “No más”, el Estado debe entender que “Las mujeres no parimos hijos es hijas para la guerra”, consigna pura de la Ruta Pacífica, queremos un país donde podamos desarrollarnos libremente, en un ambiente armónico no violento, donde las grandes conquistas no sean las de exterminar con la vida de quienes se oponen al sistema y discurso institucional u oficial, sino las conquistas del conocimiento y del reconocimiento de la otredad, las conquistas del posicionamiento de las mujeres, las conquistas del respeto a la diferencia, las conquistas de la libertad y autonomía en contra de la determinación a una forma de actuar, estas deben ser algunas de las conquistas de este tiempo, dejando claro que la lucha de mujeres recorre un camino que deja huellas y lo más importante, es un hecho social, político e histórico irreversible;

Al principio de este escrito utilicé la palabra “sororidad”, muy conocida por quienes hacemos parte de la Ruta o hemos tenido algún contacto con ella, pero por qué la utilicé, porque ella representa una solidaridad especial, es la hermandad entre las mujeres, siendo un principio esencial para la Ruta, y que hoy, desde la propuesta joven, queremos compartir, debido a que creemos en ella, creemos que esa fuerza para ayudar a nuestro género, nos permitirá crecer y apoyar a aquellas que se encuentren en estado de indefensión frente a los guerreros y combatir por medios no violentos los actos bélicos. De este modo, cabe mencionar que nos declaramos “Pacifistas, antimilitaristas y feministas”, este último término hace alusión a que en la Ruta nos enmarcamos dentro del Feminismo de la Diferencia, puesto que nacemos como defensoras de la diferencia sexual, frente a los feminismos que se han denominado de la igualdad, por considerar que estos asimilan a las mujeres a los varones, y no logran construir una identidad propia por fuera del parámetro de lo masculino; proponiendo en este sentido, que las reivindicaciones se deben trasladar al plano simbólico y de valoración de lo femenino.

Hoy, queremos decirles que hacemos presencia con nuestras voces para ratificar los derechos obtenidos, pero además, para decirles que nuestra batalla continua, aún vemos cómo sigue la discriminación y la violación de los derechos de las mujeres, aunque muchos insistan en que aquella divergencia ha desaparecido, y por lo mismo, en este evento, es necesario e indispensable dar un enorme agradecimiento a todas las Mujeres, a las que estuvieron y se resistieron, y a las que siguen con sus legados, GRACIAS a todas y cada una de ellas, porque nos han mostrado que podemos aferrarnos a las ideas revolucionarias de la realidad, Gracias por creer en un mundo donde las mujeres sean actoras sociales, Gracias por adentrarnos en las espesas aguas que teje el patriarcado para enfrentarnos a él y reconocernos como protagonistas, Gracias, porque somos jóvenes críticas de la realidad y sujetas que proponen nuevos derroteros, Gracias porque avizoraron que somos capaces de erigir una sociedad, no desde la guerra, sino desde la mejor arma, la palabra, a través de los diálogos con argumentos, porque esta sí es nuestra batalla, batalla donde no habrá ni un muerto, sino discursos que demuestren cuán diferentes somos pero que nos permitan vivir en comunidad, gracias al respeto que podemos lograr. En este sentido, es obvio que el feminismo no ha desaparecido, es cuerpo teórico, práctica política y propuesta ética y cultural en permanente evolución y transformación.
Mujeres a la Carta, se convierte pues, en el escenario perfecto para exclamar que ahora somos nosotras, las mujeres de hoy, las protagonistas y las responsables de liderar los procesos de cambio que exalten el papel de la mujer en Colombia y en la historia, pues encarnamos las mujeres de cada tiempo, sin embargo, nuestra función cada vez se vuelve más compleja, ya que sobre nosotras no solamente recaen las violencias anteriores, sino además las nuevas formas de violencia, formas que iremos combatiendo con la ayuda de los hombres que se atrevan a repensar la sociedad, conexos a nuestros ideales, no crean que los hemos olvidado, este es un compromiso de todos, que nos vuelca a seguir resistiéndonos frente a cualquier forma de dominación y limitación, y frente a cualquier signo de guerra, porque más que un deber social, es un deber con nosotros mismos.

Pero cómo terminar mejor este escrito, que dejando la formulación de interrogantes que debemos resolver en la vida práctica, pues, si todos hacemos parte de esta sociedad: ¿Cuál es el reto ahora? ¿Qué proponemos para que las mujeres logremos ser efectivamente reconocidas y no discriminadas? ¿Cuál es el papel de l@s jóvenes? ¿Cómo queremos que se escriba la historia de ahora en adelante?, y finalmente, ¿Cuál es el aporte que daremos a las futuras generaciones?

Ahora sí, Feliz Día de la Mujer, y Muchas Gracias.

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